Patología degenerativa
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Traumatismos
¿Qué son?
Las fracturas en la columna suelen producirse en dos tipos diferentes de pacientes. Suelen producirse en personas de edad avanzada con osteoporosis con traumatismos menores; o en personas jóvenes después de un traumatismo más grave; como un accidente de coche, una caída de altura, un accidente deportivo, etc.
La columna vertebral es una construcción fuerte que sirve como apoyo del cuerpo para poder mantenernos de pie. La columna también protege los nervios de las partes superior e inferior del cuerpo.
Una fractura en la columna de una o varias vértebras es un suceso muy grave. En una persona sana, una fractura en la columna suele requerir un cierto grado de energía, por lo que suele producirse con traumatismos graves, como un accidente de coche, caídas, deportes de contacto, esquí, etc. La persona que sufre una fractura siente mucho dolor en la zona donde se ha producido la fractura. Con frecuencia, se producen también otras lesiones en otros órganos del cuerpo.
Las fracturas vertebrales pueden ocurrir en cualquier parte de la columna. Las partes afectadas con mayor frecuencia son la parte inferior del cuello (columna cervical) y la zona toracolumbar (columna torácica inferior y lumbar superior).
Una vez más, según la fuerza del traumatismo, la magnitud del daño en las vértebras varía. Se puede sufrir un traumatismo grave con daños considerables en las vértebras y la médula espinal y los nervios, o un traumatismo menor con daños mucho menos graves. Afortunadamente, rara vez se daña la médula espinal lo cual produciría una parálisis.
Algunas fracturas precisan una operación inmediata para descomprimir la médula espinal y estabilizar la columna. Algunas fracturas estables no precisan tratamiento quirúrgico.
En caso de ser necesaria una operación, el objetivo principal será evitar que la fractura evolucione y cause más daños; tanto en la médula espinal como en la alineación de la columna.
Las fracturas en la columna pueden causar un arqueamiento más acusado de la columna (cifosis), que puede provocar dolor y disfunciones debido al cambio de la postura. Así pues, en la mayoría de casos, el tratamiento quirúrgico consiste en fijar las vértebras mediante tornillos y barras, que se colocan por encima y por debajo de las vértebras afectadas, para evitar que se produzcan más cambios que alteren la alineación global de la columna.
Si el tratamiento quirúrgico no está indicado, se suele usar un corsé o un collarín. Por una parte, el corsé ayuda a reducir el dolor y, por la otra, ayuda a reducir el grado de cambio postural a medida que la fractura se va curando.
Inicialmente, una fractura en la columna se asocia con mucho dolor, pero este dolor agudo se reduce al cabo de 4-8 semanas.
A pesar del tratamiento quirúrgico o del tratamiento con un corsé, algunas personas pueden sufrir dolor persistente y cambios en la alineación (una cifosis más pronunciada) después de padecer una fractura en la columna; en este caso, se recomienda hablar con el cirujano para valorar las alternativas quirúrgicas.
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