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Operación Hernia Discal

Hernia discal

¿Qué es?

La columna vertebral está compuesta por una serie de huesos llamados vértebras. Estas se dividen en 7 vértebras cervicales (zona del cuello), 12 vértebras torácicas (zona del pecho), 5 vértebras lumbares (zona baja de la espalda), 5 vértebras sacras y el coxis. Las vértebras están separadas entre sí por unos “cojines amortiguadores”, llamados discos invertebrales, gracias a los cuales existe movilidad entre las vértebras y nos permiten agacharnos y estirarnos.

El disco intravertebral está compuesto por un núcleo de material similar a la gelatina, rodeado por un anillo fibroso extremadamente resistente. La “gelatina” se denomina núcleo pulposo y, con la edad, el núcleo empieza a deshidratarse y secarse. A su vez, pueden producirse fisuras en la parte posterior del anillo fibroso a través de las cuales puede salirse parte del núcleo.

Una hernia discal, a veces también denominada “prolapso discal” consiste precisamente en la salida de este material discal más allá de sus límites originales, pudiendo provocar compresión de alguna de las raíces nerviosas y, por tanto, un intenso dolor.

Las hernias discales pueden producirse en cualquier localización, aunque lo más frecuente es a nivel cervical y lumbar.
División de las vértebras de la columna

Síntomas

Existen numerosos síntomas relacionados con la hernia de disco. Cuando la hernia presiona una raíz nerviosa el paciente puede experimentar dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad muscular en la pierna afectada, siguiendo el recorrido del nervio comprimido. Generalmente el paciente con una hernia discal presenta dolor lumbar, referido a gúteos y muslo. En el caso de una hernia cervical tendrá dolor de cuello que se irradia a hombro y brazo.

En los casos más graves, además del dolor y las parestesias por el recorrido del nervio comprimido, puede producirse pérdida de fuerza en brazos o piernas, provocando tropiezos y caídas. En los casos más extremos puede producirse incontinencia urinaria o fecal, lo que precisa de atención médica inmediata.

Es muy frecuente detectar una hernia discal en las pruebas de imagen (resonancia magnética) y que el paciente no presente ninguna sintomatología.

Causas de una hernia discal

La causa más común de la degeneración de los discos intervertebrales es el propio envejecimiento natural de los discos. Se trata de un proceso “normal”, a medida que una persona envejece, el contenido de agua de los discos intervertebrales se reduce, haciéndolos menos flexibles y más propensos a romperse.

A pesar de llegar a ser un proceso natural y normal, donde el principal factor de riesgo es la edad, existen factores externos modificables que facilitan su aparición: cargas de objetos pesados de forma repetitiva e inadecuada, determinadas actividades deportivas o de ocio, permanecer mucho tiempo sentado…

Otros aspectos como el tabaquismo, que disminuye el suministro de oxígeno al disco, o la obesidad  que causa estrés adicional en los discos de la columna lumbar, y la vida sedentaria unida a la falta de ejercicio son también factores que contribuyen a desarrollar hernias discales.

¿A quién afecta?

En algunos estudios se muestra que más del 50% de la población padece una hernia discal asintomática. Por lo general, la edad media en la que suele presentarse esta enfermedad suele rondar entre los 35 y 50 años.

Prevención

El riesgo de padecer una hernia discal puede reducirse manteniendo un estilo de vida sana y un peso adecuado. También es importante hacer ejercicio regular. Cuando se levantan objetos pesados, es importante aplicar una técnica segura para evitar una tensión innecesaria. Fumar también provoca que los discos pierdan flexibilidad y dejarlo puede ayudar a reducir las posibilidades de sufrir una hernia discal.

 

Operación Hernia Discal: Diagnóstico

La primera aproximación al paciente con hernia discal debe ser una buena historia clínica y una minuciosa exploración física. Conocer las características y la distribución del dolor, descartar signos y síntomas de alarma que puedan orientar a una patología de base más grave, y realizar una detallada exploración neurológica son fundamentales para un diagnóstico adecuado. En el Instituto Cirugía Columna contamos no solo con los mejores profesionales sino también con la tecnología más avanzada.

Una hernia discal provoca una irritación química y mecánica de la raíz nerviosa que comprima. Esta irritación puede manifestarse, en el caso de hernia lumbar, con un dolor irradiado a lo largo de la pierna hasta el pie (ciática), según la raíz nerviosa afectada por la hernia discal. En caso de hernia cervical, el dolor se irradia al brazo.

Gracias a la RMN (Resonancia Magnética Nuclear) podemos obtener información detallada de la localización de la hernia discal y de la compresión de los elementos nerviosos. El uso de esta herramienta es totalmente seguro y no emplea en su funcionamiento radiacciones inonizantes.

Mediante EMG (electromiografía), analizamos la salud de los músculos y las células nerviosas (neuronas) que los controlan mediante el análisis de la actividad eléctrica en los músculos. Consiste en estudiar la velocidad y la fuerza de las señales eléctricas entre diferentes puntos mediante el uso de electrodos para evaluar de qué manera se comunican las neuronas motoras con los músculos.

Operación Hernia Discal: Tratamiento

En la mayoría de casos, un tratamiento médico conservador puede aliviar los síntomas de una hernia discal. Sólo una pequeña proporción de pacientes (menos del 5%) que padecen dolor en el brazo o la pierna debido a la hernia discal necesitarán tratamiento quirúrgico.

Tratamiento No quirúrgico de una hernia de disco

El objetivo principal es el alivio del dolor mediante el uso de fármacos antinflamatorios, tranquilizar al paciente y animarlo a volver a retomar las actividades normales lo antes posible. Algunos médicos recomiendan fisioterapia, pero no existen pruebas sobre la eficacia de estos tratamientos relacionados con la mejoría del dolor.

Tratamiento Quirúrgico de una hernia de disco

En los pacientes en los que los tratamientos conservadores no hayan funcionado, y los síntomas persisten pasados un tiempo prudencial  sean de intensidad considerable, es necesario realizar una cirugía de columna.

Esta intervención, recibe el nombre de Discectomía. Se trata del método más común y eficaz actualmente empleado y posee una tasa de éxito que ronda entre el 90 y el 95%, por lo tanto, las posibles complicaciones son casi nulas. Esta operación conlleva la aplicación de una anestesia general, por lo que el paciente no se encontrara consciente durante la cirugía. La discectomía, consiste en llevar a cabo una pequeña incisión en la espalda para retirar el fragmento del disco herniado y aliviar la compresión que este ejerce sobre el nervio, de esta manera se deja la mayor parte del disco intacto.

En aquellos casos en los que exista mucha degenración o inestabilidad entre las vértebras sería necesario realizar además de la descompresión una fusión entre las vértebras.

Este procedimiento puede durar aproximadamente entre 30 minutos y 2 horas, en función de si se realiza una discectomía simple o se asociase fusión vertebral. La duración de la estancia en el hospital es variable en función de si se asocia o no fusión vertebral (desde 24 horas en caso de discectomía simple a 2-5 días en el caso de la fusión).

Operación Hernia Discal: Recuperación

La recuperación depende de cada paciente. Sin embargo, por lo general, este periodo ronda entre las 2 y las 6 semanas. Durante las primeras 2-3 semanas, debe evitarse sentarse en asientos muy bajos y levantar o cargar objetos pesados.

Tras la intervención, se anima a los pacientes a practicar ejercicios de rehabilitación para conseguir una buena recuperación. También se recomienda a los pacientes que retomen sus actividades diarias de acuerdo con las indicaciones del médico.

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