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Deformidad vertebral
¿Qué es?
La deformidad vertebral del adulto es una anomalía de la alineación o de la forma de la columna, que suele detectarse durante la vida adulta. Se denomina escoliosis y hay diferentes tipos. Las dos formas más habituales son la deformidad idiopática del adolescente que progresa en el adulto y la deformidad degenerativa “de novo”.
La deformidad idiopática se inicia en la edad escolar y puede dar problemas de progresión más adelante. Lo que suele ocurrir es que el crecimiento de un lado de la columna no es igual que el del otro lado; este desequilibrio puede dar lugar a problemas estéticos o a dolor.
La deformidad degenerativa empieza a edades más avanzadas debido al desgaste de la columna vertebral. Causa dolor y, con el tiempo, ocasiona alteraciones en la forma de la espalda, que también pueden causar una discapacidad significativa.
Habitualmente, los pacientes con deformidad degenerativa tienden a ser mayores y a tener otros factores que contribuyen a la deformidad, como fracturas por osteoporosis o intervenciones quirúrgicas previas en la columna.
Los pacientes mayores también pueden tener limitaciones en su funcionalidad, lo cual afecta a la marcha y al sueño y, en casos más graves, dificulta la higiene personal o el acto de vestirse.
En la deformidad vertebral del adulto el dolor tiene diversos orígenes, como músculos, articulaciones interapofisarias, discos intervertebrales o nervios comprimidos o distendidos.
En ocasiones es difícil determinar con exactitud de dónde procede este dolor. Cuando el origen del dolor está claro es más fácil garantizar unos resultados satisfactorios para el paciente con el tratamiento indicado.
El dolor puede agravarse si el paciente experimenta algún tipo de ansiedad. Lo mejor es hablar de estas preocupaciones con los profesionales sanitarios al cargo, para que puedan solucionarlas.
Como se trata de un problema de la forma y de la alineación de la columna, la mejor forma de diagnosticarlo es con rayos X (Telerradiografía de columna completa). En la mayor parte de los casos el paciente se hace la radiografía de pie y se obtienen imágenes de toda la columna.
Tanto en una copia impresa como en la pantalla de un ordenador, el médico puede medir los cambios de los ángulos o de la forma de la columna y, si es necesario, identificar si se puede tratar y cómo hacerlo. Puede ser necesario hacer otras pruebas, como una RM o una TC.
Cada una pone de manifiesto aspectos distintos del problema: no es que una sea mejor que otra. A veces puede que el médico le pida permiso para hacerle una foto para tener constancia de la forma de la espalda antes del tratamiento, durante y después del mismo.
Las medidas conservadoras (que también se denominan no quirúrgicas) son muy importantes en el tratamiento de la deformidad vertebral del adulto. No se pretende que estos tratamientos corrijan la forma de la columna, lo cual no es posible, pero si pueden tener otras ventajas como aliviar el dolor y disminuir la discapacidad.
La fisioterapia ayuda a los pacientes a adaptar y a fortalecer los músculos para compensar los cambios de la columna.
Se suelen necesitar varias sesiones con el terapeuta para que el paciente aprenda y entienda los ejercicios. La fisioterapia previa a una intervención quirúrgica tiene muchas ventajas, porque el acondicionamiento muscular general ayudará mucho después de la intervención.
Su médico es el profesional óptimo para recetarle analgésicos, porque puede optimizar la medicación y estar muy pendiente de los posibles efectos secundarios.
Como se ha indicado antes, es importante identificar de dónde procede el dolor, pues puede afectar al tipo de tratamiento necesario.
Normalmente sólo se plantea la cirugía como tratamiento de la deformidad vertebral del adulto cuando se han probado todas las opciones conservadoras.
Para la cirugía correctora de la deformidad vertebral suele ser necesario insertar tornillos en las vértebras. Una vez implantados, los tornillos se conectan a una barra que mantiene la postura corregida de la columna.
Los riesgos de las operaciones de columna suelen ser mayores en los pacientes de más edad, en los fumadores y en quienes presentan otras enfermedades. Todas estas técnicas deben valorarse a fondo con el cirujano antes de plantearse la intervención.
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